¡Oh, Dios!
Reparte las letras de tu nombre,
que cada cual obtenga su fonema,
la melodía y sus acentos.
Haz que se multipliquen tus milagros:
que los grandes aguaceros
rieguen los barbechos,
y que el mar tenga rutas de esperanza
cuando despierten los alacranes.
Haz que crezcan
frutas en árboles bendecidos,
que sean dulces los océanos,
y que no haya lobos en las fases de la luna.
Reparte tu nombre,
extiende la lógica del verbo,
y no permitas la unión
de capital y tiempo.
Reparte las letras de tu nombre,
que cada cual obtenga su fonema,
la melodía y sus acentos.
Haz que se multipliquen tus milagros:
que los grandes aguaceros
rieguen los barbechos,
y que el mar tenga rutas de esperanza
cuando despierten los alacranes.
Haz que crezcan
frutas en árboles bendecidos,
que sean dulces los océanos,
y que no haya lobos en las fases de la luna.
Reparte tu nombre,
extiende la lógica del verbo,
y no permitas la unión
de capital y tiempo.