21 de junio de 2009

Noticia

Agentes de la Policía Nacional entraron ayer en el comedor de La Milagrosa de Santa Cruz de Tenerife y se llevaron a diecisiete inmigrantes que no acreditaron su residencia. La directora del comedor benéfico rogó a los agentes que dejaran a los inmigrantes acabar su almuerzo. Alegó que los jóvenes subsaharianos ya no estaban migrando, pues habían llegado a su destino y ella sabe por experiencia que se quedan hasta que acaban la comida y vuelven al día siguiente.
Dice la noticia que uno de los detenidos lleva por lo menos veinte años en Tenerife, donde trabajaba hasta fechas recientes: sin papeles, sin contrato de trabajos, y con sueldos de miseria. Pero el joven africano se conforma con lo que le van dando y la comida de La Milagrosa la encuentra estupenda y cree de veras que La Milagrosa es la mismísima Virgen María en una de sus llamadas advocaciones. Y realiza diariamente el milagro más sencillo y sensato de cuantos pueda hacer una virgen: dar de comer al hambriento.
Y todos los que conocemos este milagro lo consideramos fetén, e incluso no criticamos a los obispos ni nada de eso, a pesar de que sigamos pensando que estas labores tendrían que estar bajo la tutela de las instituciones del estado, mediante la recaudación de impuestos suficientes para que las cocineras empleadas en el menester de cocinar para los pobres pudieran hacerlo tan sabrosamente como lo hace La Milagrosa.
No obstante podemos aplicar la máxima ignaciana que dice algo así como en caso de crisis mejor dejar las cosas como están. Pero los Agentes de la Policía no son ignacianos ni piensas por ellos mismos, pues deben obedecer a quien les manda, y si el que manda se equivoca, como todo el que tiene boca, pues ya se rectificará el entuerto y en lugar de dejar las cosas como están se llevan p’alante a los negritos.
La noticia, no ha podido ser contrastada en todos sus extremos, pero tenemos la sospecha de que después de comer en La Milagrosa, se les ofreció un billete de ida a su tierra. Parece que a los que acababan de llegar no les valía la pena haber venido; pero eso ya se lo dijo el señor Rubalcaba y lo expresaron con ardientemente vehemencia el Presidente de Canarias, la consejera de Asuntos Sociales y hasta el señor Soria Manuel, pues este es uno de los aspectos de la política en que se ponen de acuerdo los grandes partidos.
El joven africano que llevaba más de veinte años trabajando en Canarias dijo que le apetecía mucho volver a su país, donde con la ayuda de la iglesia podría poner en marcha un comedor como el de La Milagrosa, pero que le faltarían las materias primas o ingredientes culinarios, y que con un poco de buena suerte, el Gobierno Canario que ha pedido un Plan Marshall para África Subsahariana, podría empezar por este pequeño gesto, y que él (el joven africano) después de veinte años comiendo en La Milagrosa, se sentía capaz de dirigir un comedor de beneficencia parecido.
Se da traslado desde aquí al señor don Paulino Ribero, que tantas veces ha expresado su pesar por las calamidades que pasan los inmigrantes cuando vienen a Canarias engañados, porque lo que ellos quieren es llegar a Europa Central donde realmente atan los perros con longaniza.
En Santiago del Teide, a veinte de junio dos mil nueve.