Dejad que hablen los huesos,
que articulen sus palabras necesarias,
que germinen las consonantes
con que se escribió la muerte;
el eco de los tiros de gracia
rebota por las bancadas del coro
y pide ayuda al sistema público de pensiones.
Hoy niños rotos
escarban con dedos septuagenarios.
El aire está cansado de silbar,
el tiempo oxida las cerraduras,
y erosiona piedras centinelas.
Sólo una nube de azúcar
señala con su sombra el lugar exacto.