30 de junio de 2009

REFLEXIONES, V

El tenedor

Yo nunca sueño porque la realidad se me impone de tal manera que no me deja soñar.
Ayer, mientras mi mujer terminaba la comida, yo puse la mesa. Y, aunque trabajé muchos años en un hotel de lujo en Inglaterra, a veces pongo los cubiertos de forma incorrecta, es decir, que coloco la cuchara y el tenedor a la derecha del plato y el cuchillo lo dejo solo en la izquierda. Bueno, pues estaba esperando a que Lola me sirviera la comida cuando de reojo vi que el tenedor le daba pinchacitos a la cuchara.
Ya está la realidad haciendo de las suyas, pensé. Y volví la cara hacia otro lado para que el tenedor no me viera. Y poco a poco, el pelo pincho se acercó tanto a la cuchara que si no estoy allí se la pasa por la piedra. Acudí, por solidaridad en ayuda de la cuchara y como las cucharas no hablan pensé que la pobre no iba a poder desfogarse contándome sus penas.
Fui al grifo y la lavé con agua fresca, la sequé con un paño de lino y cuando la iba a meter en el cajón pensé: “una imagen vale más que mil palabras”. Así, pues, me miré en la parte cóncava de la cuchara para que ella me viera, pero la realidad me mostró una cara de melón que no quiero recordarla. Luego le di la vuelta y no me miré en la parte convexa porque podía ser peor. Finalmente la metí en el cajón de los cubiertos enredada entre todas sus colegas.
El tenedor seguía en su sitio, hirsuto, crispado. Si la cuchara es símbolo de la pobreza, el tenedor es símbolo de la carne desgarrada. Se dice, injustamente, que algunas personas viven a la sopa boba, pero eso es una incorrección del lenguaje, pues los que así viven se alimentan más de tenedor que de cuchara.
Pero volvamos a la realidad. Cogí el tenedor y comencé a frotarlo como hacía Uri Geller , y de pronto noté que con mis caricias se ponía tieso. Yo nunca he sido tenedofiflo, ni cuchillofilo ni nada de eso, así que lo metí debajo del grifo para ver si se calmaba, lo sequé y lo coloqué sobre la mesa con un diccionario encima, esperando que se aplacara por el efecto de las palabras.
Convencí a mi mujer para que comiéramos sin cubiertos, lo cual fue difícil porque ella es una soñadora y no se imagina la vida sin ciertos hábitos.
Cuando terminamos de comer volví a la cocina y vi el tenedor más plano, como si le hubiera convencido el diccionario; pero el diccionario estaba abierto de bruces en el suelo. Lo recogí y lo llevé a la balda donde las novelas de ficción viven en silencio.

28 de junio de 2009

UN POEMA CADA DÍA, VIII




Mareo: palabra de mar, constante, de nausea de mar, de hartazgo de mar, de insolencia, de frontera inabarcable, de ruta sin bordes. Vómitos de la serpiente, hedor de sal, de lengua seca, de estómago de hambre, de piel sarnosa, de llagas en las ingles.

¿Dónde duermen, cuándo, cómo?

Que lo diga el precepto dominical, el libro caritativo, la carcajada de la pena, la carcajada de soberbia, los que no han visto la letrina sin salida.

Llegan hacinados, sentados, pierna sobre pierna, codo contra hueso, entre circuitos de sangre negra.

El hambre. El agua busca sus caminos. La arena avanza. SIDA, Guerra y cópula que ignora la esperanza.

Colas de lagarto se agitan sobre el pavimento buscando una rifa de sepelios.

26 de junio de 2009

UN POEMA CADA DIA, VII

Hoy mismo

El sol raja
los confines de la boca.

Nadie habla.
Nadie mira.

Los pinos
entonan un letanía de quebrantos
y sus agujas son la pira de próximos incendios.

Agua de mar.

Yo fui el último ciego
que buscaba astros en la orilla.

Todo parecía fácil,
bajo el dióxido de carbono
y el arrullo de motores.

25 de junio de 2009

LA CRISIS

El día del Corpus fui con mi mujer a un hotel de la costa de Tenerife a pasar el fin de semana. Como estamos en crisis, no había nadie, ni un coche en la puerta ni porteros ni vecinos. Entre las plantas de las jardineras de la puerta se deslizó un lagarto.
Entramos y en la recepción había una máquina donde metías tu VISA u otra tarjeta de crédito y te salía la llave de la habitación. Con la llave de la habitación llamabas al montacargas para que te subieran las maletas, donde una voz te preguntaba: ¿Desea usted que le subamos las maletas a su habitación? Si lo desea diga sí. En caso contrario diga cancelar. Yo dije sí, naturalmente, y la voz me pidió que dijera el número de la habitación: siete, seis, dos le dije cuidadosamente, e de inmediato el montacargas se llevó las maletas.
Como estamos en crisis no encontramos a ninguna camarera por los pasillos, y en la habitación una carta de bienvenida nos decía que las bebidas estaban en la neverita de debajo del escritorio y que en allí mismo encontraríamos unas bolsas de papas con diferentes gustos y chuches. La habitación era preciosa, con vistas al mar.

Mi mujer me dijo que quería que le planchasen la falda para la cena. Cogí el teléfono, porque en los hoteles, si hay que hablar, siempre soy yo el que llama por teléfono. Una voz me dijo, que si era español, dijera sí; que si era inglés, dijera, yes. Y así hasta cuatro idiomas que me ahorro relatar para no cansarles. Dije sí y la misma voz me dijo que en el armario había una bolsa grande de plástico donde podía colgar la ropa que deseara planchar, que la enchufara y en cinco o seis minutos estaría planchada. Abrí el armario, y, efectivamente encontré la bolsa y mi mujer se planchó la falda y aprovechó para dar un garbeo a mi traje de lino blanco y a la camisa.
Luego, me di cuenta de que en la puerta de entrada un cartel avisaba de que debido a la crisis el bufé se servía de ocho a diez y que a partir de esa hora las puertas del comedor cerraban hasta la mañana siguiente..
Bajamos, y un suculento bufé estaba servido sobre una barra circular en el centro del salón.
Mi mujer, a quien le gusta mucho hablar con los vecinos de mesa, se sentó junto a los únicos comensales que había: un matrimonio de unos cincuenta y tantos, grueso él, en mangas de camisa, con marcas de sudor en las axilas. Estaba comiendo un revuelto de setas que según le dijo su esposa a la mía estaba riquísimo; pero aunque las setas no tienen espinas, el hombre se hurgaba los dientes con una uña multiuso. La mujer llevaba un vestido de tirantes, color rojo, con unos volantes en el bajo de la falda. Era de una tela como de gasa o de seda -yo no entiendo de telas-, que le marcaba los dos o tres michelines que rodeaban su silueta.
A pesar de su ordinariez, era gente amable: cuando se sirvieron el vino, al ver que nosotros aun no teníamos la bebida sobre la mesa, nos invitaron a tomar un poco del suyo.
Mi mujer enseguida exclamó:
-¡Qué bárbaro, somos los únicos del hotel!
-Si, -dijo el hombre –es la crisis.
-¿Y el personal? Parece como si no trabajara nadie en este hotel. Por lo menos nos harán las camas.
-Oh, sí. Este es un hotel inteligente, casi todo es automático.
-¡Pero es que no hemos visto ni una camarera! -Remarcó mi esposa.
Cuando terminamos de cenar, el señor me mostró un botón que había en un lateral de la mesa por donde los platos y los cubiertos se iban solos hacía el lavaplatos. Y que si apretabas a otro botón verde la mesa se limpiaba sola, como los hornos eléctricos.
Lo hicimos y el señor gordo nos comentó que a la mañana siguiente todo estaría listo para el desayuno.
Nuestra admiración era tal que ni mi mujer ni yo nos fijamos más en los michelines ni en la sobaquera del matrimonio. Leocadio, así se llamaba el vecino de mesa, nos llevó hacia el jardín donde había un bar y, al igual que ocurriera en la recepción, metiendo la tarjeta en una ranura, pedías la bebida y te salía servida sobre una bandejita, el vaso con su rajita de fruta en el borde y su pajita de color.
Leocadio nos condujo a una mesa situada en el centro, frente a un estanque cuajado de peces de colores, principalmente verdes y azules. Nos explicó que era una concentración de peces que estaban allí esperando a que pasara la crisis. Algunos tenían las escamas sueltas y un aspecto moribundo. Se debía, me dijo Leo (así le llamaba su mujer) a que les había faltado el oxígeno. Pero otros tenían muy buen aspecto.
-Ve, usted aquel de allí. Es un pez lagarto de la costa esmeralda. Esos aros que tiene cerca de las aletas laterales son una reserva que les ayuda a sobrevivir cuando el nivel de oxigeno en el agua disminuye. Y aquellos con placas plateadas en las agallas, es lo mismo, pura defensa para sobrevivir a momentos de penuria.
Leo dominaba la piscicultura, y me habló de infinidad de peces: el cirujano azul, el pez mariposa de cola roja, damisiela verde, emperador y hasta me hablo de un pez picasso de antifaz. Yo estaba admirado de sus conocimientos.
-¿Y por qué están todos tan gordo? –Le pregunté.
-Paciencia –Hizo un gesto con la palma de la mano, luego llegaremos a eso. Mientras mi mujer y la suya se sentaron cerca de otro estanque, donde nadaban unos pececillos, casi todos rojos y pequeñines.
-¿No ha oído usted lo de que el pez gordo se come al chico?
-Naturalmente, lo he oído, no una, sino mil veces.
-Pues, mire bien, mire.-Allí miles de pececitos diminutos daban boqueadas tratando de sobrevivir a lo que parecía una muerte inminente.
-Cada día un montón de estos pececillos se traspasan al otro estanque, para que se los coman. A estos sí que les falta oxígeno, pero son tan débiles que no hay ningún banco de peces donde poder arrojarlos para que sobrevivan.
-¿Y quien los saca de la charca?, en el hotel no veo que trabaje nadie.
- Bueno, eso es verdad, pero le declararé un secreto –me dio un pellizco en el cachete, como hacía Marlon Brando en la película “El padrino” y acercando el aliento de revuelto de setas con ajetes a mi oído, susurró –Yo soy el alcalde de este municipio, y me encargo de los peces gordos y de los otros. Todo queda limpio al final del día, y cuando acabe la crisis ya veremos.

Fin

24 de junio de 2009

UN POEMA CADA DIA, VI

Memoria

Mírame desde la foto;
soy yo,
y ya no me respondes
desde la nada en blanco y negro.

22 de junio de 2009

UN POEMA CADA DÍA, V


¡Oh, Dios!

Reparte las letras de tu nombre,
que cada cual obtenga su fonema,
la melodía y sus acentos.

Haz que se multipliquen tus milagros:
que los grandes aguaceros
rieguen los barbechos,
y que el mar tenga rutas de esperanza
cuando despierten los alacranes.

Haz que crezcan
frutas en árboles bendecidos,
que sean dulces los océanos,
y que no haya lobos en las fases de la luna.


Reparte tu nombre,
extiende la lógica del verbo,
y no permitas la unión
de capital y tiempo.

21 de junio de 2009

Noticia

Agentes de la Policía Nacional entraron ayer en el comedor de La Milagrosa de Santa Cruz de Tenerife y se llevaron a diecisiete inmigrantes que no acreditaron su residencia. La directora del comedor benéfico rogó a los agentes que dejaran a los inmigrantes acabar su almuerzo. Alegó que los jóvenes subsaharianos ya no estaban migrando, pues habían llegado a su destino y ella sabe por experiencia que se quedan hasta que acaban la comida y vuelven al día siguiente.
Dice la noticia que uno de los detenidos lleva por lo menos veinte años en Tenerife, donde trabajaba hasta fechas recientes: sin papeles, sin contrato de trabajos, y con sueldos de miseria. Pero el joven africano se conforma con lo que le van dando y la comida de La Milagrosa la encuentra estupenda y cree de veras que La Milagrosa es la mismísima Virgen María en una de sus llamadas advocaciones. Y realiza diariamente el milagro más sencillo y sensato de cuantos pueda hacer una virgen: dar de comer al hambriento.
Y todos los que conocemos este milagro lo consideramos fetén, e incluso no criticamos a los obispos ni nada de eso, a pesar de que sigamos pensando que estas labores tendrían que estar bajo la tutela de las instituciones del estado, mediante la recaudación de impuestos suficientes para que las cocineras empleadas en el menester de cocinar para los pobres pudieran hacerlo tan sabrosamente como lo hace La Milagrosa.
No obstante podemos aplicar la máxima ignaciana que dice algo así como en caso de crisis mejor dejar las cosas como están. Pero los Agentes de la Policía no son ignacianos ni piensas por ellos mismos, pues deben obedecer a quien les manda, y si el que manda se equivoca, como todo el que tiene boca, pues ya se rectificará el entuerto y en lugar de dejar las cosas como están se llevan p’alante a los negritos.
La noticia, no ha podido ser contrastada en todos sus extremos, pero tenemos la sospecha de que después de comer en La Milagrosa, se les ofreció un billete de ida a su tierra. Parece que a los que acababan de llegar no les valía la pena haber venido; pero eso ya se lo dijo el señor Rubalcaba y lo expresaron con ardientemente vehemencia el Presidente de Canarias, la consejera de Asuntos Sociales y hasta el señor Soria Manuel, pues este es uno de los aspectos de la política en que se ponen de acuerdo los grandes partidos.
El joven africano que llevaba más de veinte años trabajando en Canarias dijo que le apetecía mucho volver a su país, donde con la ayuda de la iglesia podría poner en marcha un comedor como el de La Milagrosa, pero que le faltarían las materias primas o ingredientes culinarios, y que con un poco de buena suerte, el Gobierno Canario que ha pedido un Plan Marshall para África Subsahariana, podría empezar por este pequeño gesto, y que él (el joven africano) después de veinte años comiendo en La Milagrosa, se sentía capaz de dirigir un comedor de beneficencia parecido.
Se da traslado desde aquí al señor don Paulino Ribero, que tantas veces ha expresado su pesar por las calamidades que pasan los inmigrantes cuando vienen a Canarias engañados, porque lo que ellos quieren es llegar a Europa Central donde realmente atan los perros con longaniza.
En Santiago del Teide, a veinte de junio dos mil nueve.

19 de junio de 2009

REFLEXIONES IV

Confesiones del Cavalieri

Ayer soñé que yo era el Santo Padre, y como en sueños todo es posible, anduve por la avenida de la Conciliazione bajo una capa de intensa lluvia mojando las sandalias de San Pedro.
Este contacto con el agua fría de la mañana me hacía sentir pescador. Y desde el puente cercano al Castel de Sant’Angelo me entretuve mirando la fuerte corriente del Tiber y me pregunté si yo también sería capaz de caminar sobre las aguas. Miré al cielo y vi signos que me decían que no.
No sé como ocurrió, pero como en sueños todo ocurre de manera extraña, me encontré de pronto a las puertas del Quirinale. Sí, ya sé, que éste es el palacio del Presidente, pero en los sueños las cosas simplemente acaecen y no tienen un porqué, así que me encontré de repente ante el portero del Quirinale vestido con una gran librea de botonadura doradora. Era Il Cavaliere.
Me sonrió y se quitó la gorra de plato para saludarme. Yo le di mi bendición que él la aceptó con un guiño del ojo izquierdo. No había nadie en el gran zaguán y me detuve en la puerta a la espera de que el señor Berlusconi me invitara a pasar; pero, ¡oh sorpresa! el señor Berlusconi se me acercó al oído y me dijo:
-Pater Santíssimo, vorrei confesarme.
Y como en todos los palacios presidenciales hay garitas de guardia, Berlusconi me hizo un gesto para que le siguiera y entramos en una por una puerta muy estrecha. Yo le ofrecí anillo para que lo besara y él me metió entre las manos una banderita tricolor. Tras este intercambio de símbolos, exclamó:
-Santidad, me acuesto con “belinas”.
-¿De cuántos años, hijo mío?
-Jóvenes, Santidad –y levantó los hombros con las palmas de las manos juntas como si orara o pidiera perdón.
-¿Cuántas veces, hijo mío?
-No muchas, Santidad, porque estoy muy ocupado.
-¿Y te arrepientes?
Me miró y no contestó.
Luego,yo no sólo seguía siendo el Santo Padre, sino que me vi en la figura de Benedicto XVI impartiendo la bendición orbi et orbe a Berlusconi; pero ya no estábamos en el Quirinale, sino en el Lido, rodeado de periodistas y “paparazzi”.
-Santidad, ¿qué le dijo Il Cavaliere? –inquirió un periodista del Corriere.
Miré al cielo y no vi signos que me aconsejaran qué decir, así que decidí callar lo que Il Cavaliere me había dicho en la intimidad.Por dos razones: porque la intimidad es sagrada y además era secreto de confesión.

Desperté empapado en sudor. Me pellizqué la tripa y seguía siendo yo. Además en un periódico que alguien había pasado por debajo de la puerta publicaban lo que decía la Conferencia Episcopal Española; pero nada de lo que hacía Berlusconi con las "velinas",¡gracias a Dios!

Un poema cada día IV

Flores silvestres, please.

En la casa cansada de Damasco
entre ánforas de aceite y miel
has opuesto la gloria de Dario a los Omeyas,
y el reino “off shore” como sistema.

Es difícil beber gin tonic
sintiendo la angustia del cerdo en la garganta.

Proyectar,
ascender,
buscar esposa,
prestigio de importación,
y sudor en las camisas.
Ser propietario del jardín de Babilonia
y no permitir que vuelen junto a ti
las mariposas.

Entre flujos de testosterona,
contando porcentajes,
pretendes el sexo de la señora
a cambio de un ramo de flores
de invernadero.

17 de junio de 2009

REFLEXIONES III

El buñuelo

Un día de otoño era, cuando mi hermana mayor volvió del mercado a casa con un instrumento en la mano en forma de espumadera. En un extremo tenía una perfil de hoja de lata en forma de estrella con unas ocho puntas y un mango pegado a la susodicha estrella.
Lo que mi hermana nos trajo, lo vimos con alborozo, era un instrumento para freírnos buñuelos. Y todo sabemos hoy que cosa son los buñuelos. Inflamaciones de masa con sólo aire por dentro: flatulencias con textura, endulzadas con azúcar.
Mi hermana siempre fue hábil, y con aquel artefacto adquirió tanta destreza que sin poner la cabeza, pues sólo usaba las manos, se hizo famosa en el mundo friendo grandes buñuelos. Balones de pasta eran a los que se hincaba el diente, con el ansia de encontrar algo encerrado en su seno. Pero sólo aire salía dentro de la masa frita.
Hoy mi hermana es tan famosa, que ha puesto su artesanía al servicio de las más altas instancias, sabedoras ellas pues de que el buñuelo es un arma poderosa, que se puede manejar para (valga la redundancia) manejar también la masa.
De entre buñuelos enormes, voy a referirme hoy al último fabricado en la ciudad chicharrera que llamamos Santa Cruz. La pasta que utilizaron fue de doce jugadores venidos aquí a jugar de todas partes del mundo; un presidente del club cargadito de millones, que según dice ganó en aquel otro buñuelo que eufemísticamente le bautizaron burbuja; unos créditos bancarios que aunque de dudoso cobro, alguien con poder logró y finalmente la hinchada, que como bien ven ustedes es palabra redundante, pues hinchado es el buñuelo y es casi otra redundancia.
Lo más costoso se hizo pacientemente jugando, tranquilamente ganando, con estadio a media entrada, sólo con aficionados que no viven sin el fútbol. Y un día, tras un partido muy soso, que ganaron cero a uno, gracias a un camerunense, que aunque es negro se le adora pues tras su gol se metió el Tenerife en primera.
Un “speaker” creativo, alargó el gol media hora, y aquí comenzó el buñuelo.
El ingenio de la hinchada gritaba con todas fuerzas:” A primera, a primera”. Y el C.D. Tenerife, pasó a ser el Tenerife, y de Tenerife a Canarias, pues la hazaña, dijo el presidente, era para sentirse orgulloso de haber nacido canario.
La ciudadanía bajo hasta la plaza de España, saltó, se vistió la camiseta, se puso la bufanda azul, se blandieron las banderas y como en un microondas que con el roce calienta, se calentaron tanto que se echaron a la fuente para refrescar su ardor: niños, chicos, jóvenes de treinta años, niñas de dieciocho a cuarenta, cuarentones, maduros, jubilados, desde la fuente a la plaza, se saltó sábado día y noche y domingo noche y día.
El buñuelo fue tan grande que alguien sospechaba que algo en su entraña tenía.
Y a pesar de tanta orgía, de tanto roce y disloque, el obispo nivariense llamó a la presidencia porque la virgen quería parte de tanta alegría. Y los jóvenes atletas encontraron la sustancia encerrada en el buñuelo, era la ofrenda a la virgen, virgencita Candelaria, que una camiseta quería ahora que el Tenerife recién llegaba a la gloria.
Pregunta: ¿Le gustan las camisetas de fútbol a la virgen de Candelaria? Lo que sabemos seguro, pues nos lo muestra la experiencia, es que la iglesia y el gobierno se conforman con un buñuelo muy grande relleno de flatulencia.

Un poema cada día III

La tarde

La tarde es ave rapaz
sobre el gato somnoliento,
vive en sombras
cuando las voces del mercado han callado.

Todo es pesadez de siesta,
vacío en el vacío,
esferas y líneas
ansiosas de agua
y lenguas sin preguntas.

La tarde
es un ensayo general hacia la nada.

14 de junio de 2009

Un poema cada día II

Si soy poeta

Siento aflorar la sin razón en la garganta,
deshacerse la lógica.
Oigo el caudal de ríos
que atraviesan cuevas interiores.

Palabra,
cresta de ola contra rocas en la orilla.

Yo, faro en los mares del norte
y amigo de las noches.

Mi discurso brotará entre uñas y cabello.

REFLEXIONES II

Falar por falar

Es posible que dentro de unos años se encuentre la forma de deshacernos de los residuos nucleares y consideremos que no haberlas construido fue una torpeza. Es nuestro riesgo ahora.
Pero también es posible que dentro de unos años, cuando hayamos llenado el territorio europeo de centrales y tras haber solucionado el problema del suministro de energía (ja, ja) nos encontremos con que no sabemos como almacenar tanto residuo radiactivo.
En un principio los gobiernos de los países ricos, ya se sabe, trasladarían los residuos a países pobres y cuando llegaran momentos de conflicto, ¡hala! que se las arreglen solitos.
Se me ocurren varias causas que aconsejan no construir centrales: puede parecer exagerado, pero veamos lo que ocurrió con el automóvil, ¿quién hubiera pensado a principios de siglo XX que el mundo se iba a llenar de coches y que uno de los graves problemas de la humanidad iba a ser las emisiones de gases? ¿No se hubieran reído de aquel que hubiera dicho que las ciudades no iban a tener sitio para acoger a todos los coches que diariamente se mueven en su seno? Estas y otras consideraciones eran impensables en la génesis de estos problemas actuales; pero es que el sistema liberal basado en la iniciativa individual (quizás el mejor de cuantos conocemos) debe ser llevado de la mano, no por el famoso brazo de hierro, sino por la voluntad mayoritaria de los ciudadanos.
Alguno de los exegetas de la energía nuclear tendría que explicarnos qué podría ocurrir si un gran terremoto ocurriera en un lugar donde se almacenan los residuos, pues si prolifera la construcción de centrales aumentará, digo yo, el número de cementerios, asi como las posibilidades de que tiemble la tierra allá donde se encuentran esos especiales muertos vivientes.
Finalmente, se me ocurre que durante años se nos ha vendido la especie de que todos los seres humanos podíamos acceder a nuestra vivienda en propiedad a través de un compromiso hipotecario. Pues ya han visto, los más excelentes alumnos de Harvard, los más aventajados premios Novel, los FMI, los Ratos, los Brown ( a Solbes no lo nombro porque ya sabemos todos que no se enteró y que la culpa es de Zapatero), ninguno se enteró de que el mundo estaba al borde de un cataclismo financiero.
Iban a ser más sagaces y menos ambiciosos si se tratara de residuos nucleares. No olvidemos que en nuestro actual sistema económico todo está en la Bolsa de Valores.

Ya lo decía mi abuelita: más vale prevenir que curar.

11 de junio de 2009

Un poema cada día

La Gomera

Ayer llegaste a La Gomera,
alma de muchacho
con sueños digitales:
una espoleta atenta
y una mina a ras de suelo.

La robótica no llega
hasta tus brazos,
ni a tus uñas
ni a tus dedos.

Desde lejos,
la isla es un ser viviente,
y sesenta abanicos negros la saludan.

Cincuenta veces mil ha rogado tu garganta
al dios de las playas de arena negra,
al dios de los destajos
y al pan caliente.

Reflexiones

Reflexiones

Ahora, desde la distancia, me doy cuenta de que en aquellas ciudades la
gente tenía un mapa para sus rutas, yo estaba ciego y hablaba como hablan los extranjeros.
Han pasado los años y la ciudad es más extensa, las avenidas tienen un horizonte con punto de fuga, vibra el aire y es una ofensa no encontrar salida. La respiración se ofrece en lotes dos por uno.
Si te sales del carril derecho o tuerces por error hacia la izquierda llegarás a un lugar desconocido. No querrás dudar, pero se duda, porque la angustia viaja en el asiento de atrás de nuestro coche.
Quisiéramos ser transeúntes en una calle de pueblo, pero la fórmula es capital por tiempo, y sin descifrar la fórmula no hay salida.

5 de junio de 2009

¡¡¡BIENVENIDO A TU BLOG!!!

Si alguien debe tener un blog, ese alguien eres tú, por muchas razones: porque te mereces tener un lugar para convertir tus pensamientos en materia, porque cuando esto se hace de una manera tan bella debe compartirse con los demás, porque dicen que la poesía está más allá de las artes, y tú estás más allá de muchas artes, porque eres un hacedor de de escritos, porque eres un poeta del dibujo y la pintura, porque sabes encontrar el punto donde la poesía se encuentra con el hombre, porque eres hombre y poesía, porque todos los poemas nacen del amor y tú tienes mucho amor.
Y además porque te queremos



FUERTES LOS SIGNOS


La historia es un puñal en la frente
que instiga la memoria.

Los mitos habitan los portales
de madres exuberantes
cálices que esperan la semilla

Un nocturno de obispos
y ángeles sin alas
trazan a fuego
sendas de esperanza