31 de julio de 2011

VACACIONES







Queridos amigos:





Me voy a pasar dos meses en Edimburgo, y aunque entraré de vez en cuando en la blogería, no podré, pienso, editar cuentos y poemas como lo hago ahora.





Deseo que pasen un feliz verano. Volveré antes de las próximas elecciones.





Un fuerte abrazo para todas/os. Vamos, un abrazo bisexual.





28 de julio de 2011

Negro final




Una claridad intensa se colaba por los postigos del dormitorio. Armando y Tere se despertaron.
-¡Qué raro , las tres y veinte y ya es de día!
Armando saltó de la cama y abrió la puerta del balcón. Un sol de mediodía iluminó la habitación. Miró a la calle y la vio vacía.
- Pon la tele – dijo Tere , y la conectó ella misma.
En la 7 del canal plus se mostraban imágenes de ciudades europeas en pleno día. - Un milagro. Es un milagro – decía una viejecita a la puerta de una iglesia.
El director del Astrofísico de Somosierra decía que no podía opinar. No era comprensible desde ninguna lógica, ni saber humanos, que el sol se hubiera plantado a las tres de la madrugada en su cenit .Algo se ha movido. ¿La Tierra , el Sol?
En Nueva York , Manuel Frutos informaba directamente desde la sede de prensa del Pentágono .
- Grupos de expertos analizan la situación. Lo imposible está ocurriendo. Armando, inquieto, bajó a la calle, se dirigió a la plaza. Don Álvaro, profesor del instituto de segunda enseñanza, decía que ya en otras ocasiones habían ocurrido fenómenos como el presente.
- La muerte de Jesucristo fue acompañada de una oscuridad que cubrió la tierra y se sintieron temblores en todo el orbe.
- Eso pudo ser un eclipse. Y además , no se ha muerto Jesucristo.
- Eso es lo que tú no sabes- replicó el estanquero.
Varias horas después la gente corría apresurada por las calles camino del trabajo y los coches polucionaban el ambiente como cada día.
Armando encontró a Tere en casa haciendo las camas y escuchando canciones en la radio. La tele, en la sala de estar hablaba para nadie. Un señor inglés, decía que el nacimiento de Ganesha , el dios indio con cabeza de elefante, fue celebrado con tres día de sol constante.
-Bobadas- pensó Armando.
Pero desde aquel día el sol no se movió de su posición, y al llegar la noche, es decir, las horas que hubieran correspondido a la noche, la gente paseaba por las calles del pueblo sin decidirse a volver a casa. Comían helados y bebían refrescos como en las fiestas del pueblo en pleno agosto. No dormían. Hubieron de pasar varios días para que los cuerpos comenzaran a notar el cansancio y con él llegó el desorden; la malagana y el desasosiego. Algunos aprovechaban para trabajar más horas.
Armando se amoldó a la situación y como muchos comerciantes dobló el horario del almacén :abierto mientras durara el fenómeno solar.


-¿Te das cuenta Tere?- se frotaba las manos – el mercado enseguida se adapta a la realidad. Esto va a suponer una reactivación de la economía.
-Dirás lo que quieras, pero yo estoy rendida. Antes llegaba la noche y hala, a la cama , pero ahora se acabó. Esto es un desorden. Ayer mismo la vendedora de Limpiagrato me llamó a la puerta a las cinco de la mañana. Algunas se pasan. Luego está lo de los rayos Uva. Todo el mundo dice que producen cáncer.
- Si hiciéramos caso de todo lo que se habla no saldríamos de casa -replicó él.
Pasó el tiempo y comenzaron a escasear el agua y los alimentos. Los países más desarrollados acaparaban provisiones. Se divulgó la noticia de que la tierra estaba ahora iluminada por dos soles. Ya nunca habría noche.
- No sé donde vamos a llegar. Lo único que queda en la tienda son lámparas.
Los campos secos, las tierras cuarteadas y polvorientas, los cauces de los ríos , pedregales .La Organización Mundial de la Salud aconsejaba usar velos y chilabas .O el burka talibán para evitar quemaduras.
-Joder, ahora como los moros, todos con chilaba.
Armando no quería ceder a los consejos de la OMS , pero pronto comenzaron a aparecer los primeros datos estadísticos sobre el cáncer de piel. Los hospitales estaban atestados y se recomendaba a los enfermos la reclusión domiciliaria para facilitar la tarea de los médicos. Melanoma Solaris, manchas canelas en los lóbulos, párpados y labios. En fases avanzadas multiplicaban los lunares disformes por el cuerpo, se producía descamación y supuraciones.
Masas de ciudadanos volaban a los países de luz intermedia. Multimillonarios del planeta se trasladaban a Manchuria , donde la luz solar era la del alba. Pero pronto los gobiernos de Beluchistán, Turquestán, Afganistán, Pakistán, Rajastán , parte del Indostán , países albinos-así los llamaban ahora- promulgaron leyes de protección de fronteras para frenar la avalancha de inmigrantes.
Cuando Tere le preguntó a Armando que qué tenía en el pabellón de la oreja, éste comprendió que tenía un melanoma. Se puso la chilaba y un turbante azul , pero ya era tarde. El cuerpo se le llenó de lunares y de las inglés se le caían trocitos de piel por el roce de los calzoncillos.
La noticia de que en París el “Institut de la Recherche sur le Cáncer “ estaba probando una nueva vacuna para combatir el “melanoma solaris” llevó al matrimonio a la capital de Francia cargado de esperanza.
En el Institut de la Recherche una recepcionista, con velo de flores malvas trabado al cabello , les atendió amablemente y les condujo hasta la sala de espera.
El doctor Weisermann les atendió en su despacho, alumbrado por una lámpara , cerradas todas las ventanas y con un ventilador de techo.
- Don Armando – leyó en la ficha que le pasó la enfermera- la solución es la vacuna. Como usted sabe es una vacuna en periodo de prueba, pero el melanoma se ha convertido en pandemia y es preciso arriesgar. El instituto tiene pruebas de que tras las primeras dosis la enfermedad empieza a remitir. Las manchas se convierten en costras que con el tiempo caen. En algunos casos se administran corticoides .El medicamento actúa sobre el núcleo de la célula cancerosa interrumpiendo su actividad reproductora.
Sonrío y esperó a que Armando sonriera. Luego prosiguió:
_Pero, debo advertirles de algo- el doctor garabateaba sobre un papel – usted se va a poner muy moreno.
-¿Moreno? – preguntó Tere, y a continuación se tapó la boca con la mano.
- Sí, -respondió el doctor- muy moreno. En realidad se volverá usted negro.
-¿Negro? – Armando con ojos pitarrosos y turbios miró a Tere, que le susurró: no te preocupes, también los jugadores de balón cesto son negros.

12 de julio de 2011

La Pueyos







Mi madre decía: “A tu padre lo perdió el juego”.
Cuando pasaron los años , después de que un infarto se lo llevara al otro mundo yo me di cuenta de que él no fue ni bebedor, ni peleón , ni mujeriego. Su única debilidad, como decía mi madre, era que salía de casa a echar la partida y se jugaba en el bar hasta la última perra.
En los años de la posguerra los casinos de los pueblos no eran casinos de juego.
- ¿Manolo, también esta noche vas a salir?- mi madre recogía la mesa y mientras llevaba los platos a la cocina mi padre ya estaba dispuesto para largarse.
- Acuéstate que yo llego enseguida.- le gritaba desde la puerta.
- ¡Ay, señor! Otro día hasta la madrugada.
La mayoría de la gente pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo; mi padre debió pasar gran parte de la suya entre el humo de los cigarros de picadura y el olor del “Soberano” en los reservados de un bar o del casino del pueblo.
De casi todo me enteré cuando pasó el tiempo. Porque de pequeño las cosas te dan pena o te dan risa, pero no se entienden.
Una tarde, doña Lucía, una viuda enlutada, de cabello y tez de magnolia, se acercó a mi madre, la tomó por el brazo y con la seriedad que requería el comentario, le dijo, al oído:
- Ayer, en el bar El Siglo XX, tu marido perdió quince mil pesetas. Le ganó Rufino.
Yo, que estaba jugando con un camión de madera debajo de la mesa, oí a mi madre exclamar:
- Por dios, mejor, no me lo diga..
- Tómatelo con resignación, Alicia.
Mi madre se restregó los ojos y dijo que la vida era un infierno.

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La Pueyos era una mujer chata y gorda que tenía horror a las tormentas. Un trece de agosto , después de comer, el cielo se puso negro. La Pueyos cogió a la cría de la mano y se fue a casa de la vecina.
Cayó un rayo en el campanario de San Francisco, y la centella entró en su casa, destrozó las tres sillas que tenía, la mesa, la loza que le acababa de regalar su marido y partió en dos, como con un hachazo, la puerta del dormitorio.
Un día más tarde, sin enterarse de lo de la centella, su marido , camionero de oficio, se mató en un accidente.
Colocaron el ataúd a la entrada de la casa y con una tabla y clavos sujetaron la puerta del dormitorio para poder cerrarla. La Pueyos lloró tanto que durante años le quedó un suspiro de dolor : ay dios mío.
Para sacar los críos adelante, cuatro, trabajó de limpiadora, que era lo único que podía hacer una viuda sin posibles. Su madre, seca como una correa, con pelillos en la barba, y nervios de arriba abajo, le cuidó la prole.

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Al poco de nacer yo, a mi madre se le retiró la leche. En la posguerra no había leche en polvo, así que me buscaron una ama de leche.
La Pueyos, acababa de tener un hijo de soltera. A mi madre le dijeron que no se fiara , pero el doctor Luis Angel le dijo que era honrada y muy limpia. Mi madre no se lo pensó dos veces, la trajo a casa y desde el primer día yo perdí mi ayuno.
- A la Pueyos la tienes que querer como a tu segunda madre- Me decía a mi madre verdadera.
No era necesario, La Pueyos me quiso desde la primera teta. Se quedaba en casa. Aprendió a cocinar con mi madre, a coser, a hacer calceta y a preparar conservas. En vacaciones íbamos de vacaciones al norte. Y para la Pueyos la señora Alicia era toda una señora y su marido un caballero..
Cuando cumplí los siete años, la Pueyos se casó con un hombre delgado, de ojos rasgados y boca grande : un camionero que vino de sur a trabajar.
Los años que pasó con él, pocos , hasta que el rayo entró en la casa, fueron sus únicos años buenos: cambiaron el pavimento de la casa, pusieron un vater en el patio e hicieron un corral nuevo para las gallinas. En la cocina levantaron un poyo corrido para la cocinilla nueva y el fregadero. Compraron una cama grande y un armario con espejo.
Por eso cuando murió su marido fue como un viaje a un lugar muy conocido.
- Y es que algunos no quiere Dios que salgamos de pobres. Ni aun que tengamos cuatro críos.- Uno, que ya tenía y tres más del matrimonio.
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-Manolo , así no podemos seguir .Yo necesito una seguridad. Hace más de un mes que no me das dinero – Oí a mis padres pelear furiosos dentro del cuarto.
-¡Joder! Ten paciencia , que hoy no puedo ¿Os ha faltao algo, alguna vez?- Mi padre usaba la segunda persona del plural convencido de que la familia era su responsabilidad. Pero ya nadie le creía.
Mi hermana y yo desde nuestra habitación oíamos llorar a mi madre , y a mi padre, que gritaba: “Me cago en la mujer de dios, que más cojones quieres” - Y cuando él callaba , se oía una llantina como de niña pequeña que apagaban nuevos gritos.
A veces , mi madre se ponía derecha y le hacía frente :
- Manolo , por dios, ya debemos tres meses de colegio de los chicos. Me da vergüenza. Yo ni salgo, porque no tengo que ponerme. Hace más de seis años que tengo los mismos vestidos. Y del abrigo, ni hablemos. El mejor día, cojo y me largo.
- - Vete, vete , que por ahí atan los perros con longaniza. Qué tonta que eres.

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Cuando mi madre fue a Bilbao un invierno a cuidar de mi abuela enferma, ya nos habían cortado el teléfono por impago. Y hasta para comprar sellos teníamos problemas.
- A la mamá le diremos que estamos muy bien, que no se entere de que casi no nos da dinero.-decía mi hermana mayor, que demostró aquel invierno unas dotes para el ahorro que hasta sorprendieron a mi mismo padre. Y también ella nos decía a mi otra hermana y a mi, que lo peor de nuestro padre es que era un irresponsable.
Aquel invierno mientras mi madre estaba fuera, entre mi padre y un vecino se llevaron los muebles más lujosos, la máquina de coser, la radio y la nevera. Todo lo que pudieron , para que cuando vinieran del juzgado a embargarlos no encontraran nada que valiera la pena..
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- Mira, vete a casa de la Pueyos que te dará algo para mí.- me dijo mi padre dándome un golpecito en el cogote: “ve rápido que te espero” –miré hacia atrás y vi como se prendía el pitillo.
La Pueyos al abrir la puerta me abrazó fuerte y me besó.
- Estás hecho un hombre. Ya tienes quince añicos ¿eh? Siéntate y come algo. ¿Sabes? Ángel ya trabaja.- Ángel era su hijo mayor, mi hermano de leche
Los hijos más pequeños jugaban por el patio y subieron a verme.
- Venga, iros abajo que no dejáis comer al chico.- La Pueyos me servía la comida y retiraba los platos, arrastrando su gordura de la mesa y a la cocinilla.
- Espera un poco; ahora mismo vengo -Aun iba de luto riguroso por su marido. Subió una escalera estrecha y cuando bajó llevaba un sobre en su mano de piel ajada de tanto limpiar baldosas.-Toma; no lo pierdas que hay dinero dentro. Y dile a tu padre, que te ha dicho la Pueyos que no se apure por devolverlo.
Yo la miré con el sobre de dinero entre mis dedos sin saber muy bien en que bolsillo meterlo. Y ella siguió:
-Que a tu padre lo ha perdido el juego, pero no es ni borracho, ni mujeriego. – Me abrazó otra vez y con voz cortada añadió: “Algunos nunca tenemos suerte , hijo mío”.

4 de julio de 2011

ATENAS





Lógica peripatética, orden de Europa a Palas, rebelión de los tres órdenes arquitectónicos, el fuste se levanta, el frontón se enfrenta y la metopa topa, increpa al Sacro Imperio la voz del ágora, el mar Egeo tiene una pleamar de gritos y salas insonorizadas, el Papa no surge, el solideo se esconde, se sorprende el Renacimiento y el Barroco ronca, Calvino clama, tiene una cuchilla de sajar gargantas,

inyectan oro del Rin en la vena de los Nibelungos, ruedan los anillos y las erres, la gula huele, solo es roja la patata, la tierra es fango y el agua es pesticida, frío en ríos que fluyen al mar Negro, frío en los ríos del mar del Norte, en las playas extensas, soledad del alma, de viejos Friedrich asomados al abismo, de un weltamschauung exclusivo, de vestidos mimosamente rematados, de bolsos de cuero, cuero de culebra, zapatos para marcar el paso, abrigos de cachemir, bufandas Vouiton y guantes para evitar contactos,y un diamante se desliza insolentemente por el canal silencioso de las valkirias,por los hermosos senos de choucroute, por los pezones de la glotonería,

los relojes marcan la hora exacta de su nacimiento junto a los lagos de Helvetia, horas congeladas, ordenadas, horas de chimenea y de costumbre, la hora justa , nórdica y productiva, la hora de Ratisbona, de la eléctrica, de la mecánica, de la electrónica, de la física, la química, la farmacéutica, la hora apolítica por excelencia, de la paz y la estricta conveniencia, la hora de la lógica y el abandono de innumeras voluntades y una razón, la razón pura, no al tabaco, no a la grasa, no a la comida a deshoras, no a las noches de troche y moche, es la hora aséptica, la hora de la copula sumergida, de tragar la sopa de pie en los supermercados, de las enzimas, del magnesio, del aceite de argán, del viento del este

del sol del sur que quema y adormece, Palas llora con máscara y coturnos, Zeus la expulsó del Olimpo y hace frío en las ruinas de mármol, hiela en la Hélade, los bárbaros le dan de lado, hay helado danés en el barrio de la Placa y granizado en el Pireo, los niños ñoños van cogidos de la mano, ya no copulan los dioses, no queremos héroes en los mercados, solo gentiles educados, Hércules hace aguas mayores detrás de las columnas, las dóricas tienen sonrisa arcaica, las jónicas, exótica, un reino vegetal de cucurbitáceas, no se ven ropajes clásicos, ni cánones canónicos, en las estelas funerarias se cambian dracmas por euros antes de que llegue el Cíclope, antes de sucumbir al imperio del ojo único, Ulises y Hércules se orinan, es dorada la lluvia de los dioses y el canto erótico de las sirenas, lanzan sus pechos flotantes a las naves que surcan los mares de China, las televisiones no rifan viajes, se acabaron los cruceros por las islas griegas, las cuentas corrientes no tendrán vajillas, y solo quedarán restos de musaka y queso feta en la plaza Sintagma.