
Un aroma de coñac y arroz con leche
persiste frente al balcón que mira a la alameda.
La justicia
desbocada sobre caballos de acero
cubrió el mantel de Noche Buena.
La abuela amarró sus nietos a las medias,
pero en la noche de pezuñas oxidadas
las mujeres masticaban gritos.
Un barco abrió su vientre
y encubó
desgarros de gaviotas.
Lejos quedó
la casa sin tejado,
y surgió un olor a rata entre ratas muertas.
El arroz con leche
quedó pegado a las paredes,
los cuerpos vacíos, por las sillas
y el humo de los puros, faro de la melancolía.
persiste frente al balcón que mira a la alameda.
La justicia
desbocada sobre caballos de acero
cubrió el mantel de Noche Buena.
La abuela amarró sus nietos a las medias,
pero en la noche de pezuñas oxidadas
las mujeres masticaban gritos.
Un barco abrió su vientre
y encubó
desgarros de gaviotas.
Lejos quedó
la casa sin tejado,
y surgió un olor a rata entre ratas muertas.
El arroz con leche
quedó pegado a las paredes,
los cuerpos vacíos, por las sillas
y el humo de los puros, faro de la melancolía.