18 de octubre de 2009

UN POEMA CADA DIA, XXII


Un aroma de coñac y arroz con leche
persiste frente al balcón que mira a la alameda.

La justicia
desbocada sobre caballos de acero
cubrió el mantel de Noche Buena.

La abuela amarró sus nietos a las medias,
pero en la noche de pezuñas oxidadas
las mujeres masticaban gritos.

Un barco abrió su vientre
y encubó
desgarros de gaviotas.

Lejos quedó
la casa sin tejado,
y surgió un olor a rata entre ratas muertas.

El arroz con leche
quedó pegado a las paredes,
los cuerpos vacíos, por las sillas
y el humo de los puros, faro de la melancolía.