9 de agosto de 2009

UN POEMA CADA DÍA, XIV


No habrá destellos
detrás de tu ladrido;
quizás la espina
en el interior de tu cuerpo despojado,
quizás
la sal,
en gotas de silencio
y el grave
respirar
que araña mis oídos.
Tu piel: tu pelo,
suave y templado a mi mejilla,
el impulso hacia los besos
en la sombra de tu vida
esparcida por el mármol
de la sala
cuyo frío noto en mis pies desnudos.