11 de junio de 2009

Reflexiones

Reflexiones

Ahora, desde la distancia, me doy cuenta de que en aquellas ciudades la
gente tenía un mapa para sus rutas, yo estaba ciego y hablaba como hablan los extranjeros.
Han pasado los años y la ciudad es más extensa, las avenidas tienen un horizonte con punto de fuga, vibra el aire y es una ofensa no encontrar salida. La respiración se ofrece en lotes dos por uno.
Si te sales del carril derecho o tuerces por error hacia la izquierda llegarás a un lugar desconocido. No querrás dudar, pero se duda, porque la angustia viaja en el asiento de atrás de nuestro coche.
Quisiéramos ser transeúntes en una calle de pueblo, pero la fórmula es capital por tiempo, y sin descifrar la fórmula no hay salida.

1 comentario:

Maria dijo...

No se exactamente a que ciudades te refieres, o si te refieres a las ciudades en general.
Personalmente creo que de tanto avanzar, estamos retrocediendo.
La locura se apodera de todos y huyendo de la tierra en busca de paraísos de asfalto, nos perdemos la verdadera vida, al lado de la hierba, el sol y el aire puro.
Un abrazo.