24 de noviembre de 2011

En El Hierro



la iglesia respira
en su interior de penumbras
las casas callan
detrás de los cristales
el sol
en el altar silencioso
el golfo es fuego
allá en Frontera
las hojas
verdes aflechadas
abrazándose se besan
los cielos
copula la mar abierta
con aguas de turquesa
calma dice el aire
y las flores
viven detrás de las cortinas
no lloran
y los perros husmean
vuelan gorriones
en el azufre del volcán
el zumbido del insecto se ha roto
el roce de los roedores
y la curiosidad de las gaviotas
rompen el aire
el eco de los pasos
la sed de agua bendita
el poder inmenso de la luz
de las caricias
y el salto alegre del delfín
sobre el misterio.

3 comentarios:

María dijo...

Es cierto JOAQUÍN...¡¡el poder inmenso de la naturaleza!! que hace que por cada patada que le damos, nazca la vida a borbotones... como en esa segunda fotografía ¡¡vaya espectáculo!! tus letras respiran... mucho. HIERRO está pariendo y su proceso como tu poesía, es intenso, laborioso e increíble.


Un beso grande, mi querido caballero;-)



Feliz día

JOAKO dijo...

Sin duda algo como esto nos hace ver lo relativo de muchas cosas, y que al final en la restringida noción del tiempo que manejamos no caben distorsiones como está, que bloquean a muchas personas...pero a otras, como tu, les llevan a reflexión.

María dijo...

El poder inmenso de la luz y la agua que calla, las miradas que hablan y esa brisa que se abraza al cielo.

Me ha encantado tu texto, es muy bello.

Un beso.